El submarinismo es
una actividad deportiva lúdica que proporciona elevado disfrute a quien la
práctica. Sin embargo al enfrentar a la persona a retos y situaciones
desconocidas, en muchas ocasiones genera ansiedad, que muchas veces conlleva no
poder disfrutar plenamente de la actividad e incluso está en la base de muchos
accidentes. Conocer cual es el origen y
el impacto específico en cada persona puede ayudar a un mejor abordaje.
Ansiedad y buceo
van de la mano, especialmente cuando la
persona se inicia en la actividad por
enfrentarse a algo desconocido. Sin embargo el tránsito y desarrollo de la
ansiedad en cada persona es diferente y depende tanto de factores endógenos
(rasgos de personalidad) , como exógenos (factores de la realidad ambiental) .
El artículo pone
de manifiesto como influyen ambos aspectos, especialmente los referentes a la
personalidad del submarinista, en la cantidad y cualidad de la ansiedad, en las
situaciones de inmersión
PUNTO DE PARTIDA
En los últimos
años se ha incrementado significativamente el número de personas que se
incorporan a la actividad de submarinismo.
Ello ha
conllevado una popularización de la
actividad, acompañado de un fuerte crecimiento de mercado, que ha bajado los
niveles de exigencia, convirtiéndose en una actividad al alcance de casi todos.
Esta circunstancia ha ocasionado la necesidad de avanzar en el estudio del
impacto del submarinismo en el ser humano.
Sin embargo en la
actualidad existe clara disonancia entre:
El estudio de
los aspectos fisiológicos del buceo: Se ha avanzado en
el estudios del impacto fisiológico del buceo en el organismo, habiendo quedado
claras, las limitaciones e incompatibilidades
para la actividad, creándose
incluso unidades de medicina subacuatica e hiperbárica, si bien no con la
extensión que se requeriría
El estudio de
los aspectos psicológicos del buceo: Se ha avanzado
muy poco en el análisis del impacto
emocional del submarinismo en el ser humano, especialmente en lo referente, al impacto según los
diferentes rasgos de personalidad.
Los conceptos que
se desarrollan son muy básicos, y aunque
los profesionales suelen actuar de forma correcta, lo hacen comúnmente de forma
intuitiva, sin un criterio conceptual de base, y sin aprovechar los “insighs”
experienciales para generar aprendizaje por experiencia.
Pero lo cierto es
que la situación de inmersión, conlleva un fuerte impacto emocional en la
persona; es una actividad contranatura que requiere de un periodo de adaptación
más o menos prolongado según cada individuo.
Así, puede
decirse que ansiedad y submarinismo
caminan de la mano especialmente en sus inicios, por ser una actividad en si
misma desconocida y que genera la tensión lógica de enfrentarse a situaciones
nuevas que no controlamos y nos sitúan en un estatus de dependencia (de un
equipo de buceo, de un guía instructor,
de unas condiciones medioambientales, etc.);también por ser una actividad con
determinadas peculiaridades que potencian que afloren miedos y temores muy
comunes en el ser humano y también por supuesto por la fisiología del submarinismo, donde en
determinadas condiciones se pueden
desencadenar y potenciar situaciones de ansiedad y pánico por el propio impacto
de los gases en los tejidos.
No obstante, hay
que empezar a tener muy en cuenta que el
submarinismo impacta psicológicamente de forma diferencial en cada persona. Para
algunos la ansiedad se convierte en un verdadero problema, qué o bien les
impide disfrutar con plenitud o bien les lleva al abandono de la actividad, mientras
que otros superan la situación sin problemas y desarrollan la actividad a pleno
disfrute. Poder diferenciar mejor a cada persona, en sus reacciones y problemas de ansiedad y estrés puede ayudar a mejorar el abordaje
diferencial de los mismos y reducir la
sensación de displacer , previniendo abandonos y accidentes
Finalmente creo
conveniente reseñar que igual que fisiológicamente el submarinismo marca
limitaciones para algunas personas, lo mismo debiera ocurrir psicológicamente
hablando. Debería realizarse un calibraje más certero de las limitaciones
emocionales de cada submarinista, según tipo de inmersión y condiciones de
buceo.
En relación a la ansiedad y el pánico, se pueden definir 3 estados emocionales : ansiedad positiva, negativa
y pánico.
La ansiedad
positiva, puede considerarse normal, suele además ser necesaria para el
correcto desarrollo de actividades que requieren atención. Un nivel de ansiedad
adecuado, moviliza y prepara a la persona para la acción activando la búsqueda
de recursos.
La ansiedad
negativa puede definirse como un estado vivencial desagradable que integra
aspectos fisiológicos, cognitivos y conductuales y que se caracteriza por se un
estado de activación generalizada. Dicho tipo de ansiedad activa el instinto de
supervivencia, y provoca conductas dirigidas por dicho instinto, con lo cual
interfiere sobremanera en el desarrollo de la actividad. Puede aparecer ya
desde el principio, donde submarinistas en formación o ya titulados inicien la
actividad con un nivel elevado de ansiedad , quedando en riesgo de ante
cualquier eventualidad, por mínima que sea de hacer un ataque de pánico.
También puede
transitarse desde un estado de ansiedad normal por la presencia de
desencadenantes y/o la incorrecta interpretación de las sensaciones que la
persona va teniendo en el transcurso de la inmersión; Por ejemplo: Opresión en
el pecho del neopreno decodificado como síntoma de infarto, dificultad de
mantener el ritmo respiratorio decodificado como que el regulador no da el
flujo de aire adecuado, sensación de narcosis como síntoma de mareo, pérdida
del control e inminente desvanecimiento…y así múltiples circunstancias, tantas
como la persona sea capaz de imaginar.
El pánico por su
parte, es una respuesta prefijada de huida , presente en la naturaleza y que
tiene una expresión específica en el ser
humano.
Dependiendo de la
situación puede desencadenarse un pánico pasivo o pánico activo. El pánico en
su expresión pasiva se expresa como una
reacción catatónica , que recuerda al retraimiento fetal. La persona queda
inmóvil y sin capacidad de reacción. Ello tiene que ver con comportamientos
presentes en la naturaleza donde hay determinados animales que reaccionan ante
situaciones de amenaza mimetizándose con el ambiente.
El pánico activo por
su parte, es una situación de huida descontrolada, que recuerda al
comportamiento de un bebe buscando el pezón de la madre de forma desesperada .
Es curioso
observar como en estas situaciones la persona actúa en ocasiones de forma que
atenta a su propia vida expulsando el regulador de la boca en su caótica huida hacia la superficie.
En cualquier caso,
el pánico desencadena determinados fenómenos neuróquimicos , con afloración
masiva de adrenalina y pérdida de memoria, al quedar el organismo muy centrado
en conductas muy primitivas. La persona al entrar en pánico pasa a imaginar que
su vida está en peligro y desencadena conductas de defensa ante ello..
En ocasiones la ansiedad intensa y el pánico pueden
confundirse. Es conveniente diferenciar que se trata
de 2 procesos cualitativamente diferenciados.
Hay una
diferencia fácil de reconocer .Si la persona recuerda el episodio de pánico es que no es pánico, ya
que en dicha situación hay perdida de memoria.
Como máximo la
persona recuerda pasajes oníricos del tipo “ver pasar toda tu vida en un
segundo”. De hecho ocurre así ya que al igual que los sueños , la situación
construida se produce en un flash en milésimas de segundo que posteriormente la
persona organiza y reconstruye en una historia.
Desde el punto de
vista del comportamiento hay otra diferenciación; en ansiedad negativa , aunque
sea intensa , hay cierta coordinación de movimientos, la persona lucha por su
supervivencia, puede arrancar el regulador del compañero para ponérselo el,
agredir si considera que el otro interfiere en su salida a superficie, etc.,
mientras que en el pánico, hay un
bloqueo mayor, quedando la persona fijada en un estado catatónico , agarrando
al compañero , habiendo expulsado el regulador y sin atender a la oferta de
ayuda de nadie o bien iniciando una huida absolutamente caótica y descontrolada
a superficie, pudiendo llegar a perder el conocimiento en el trayecto yendo al
fondo y ahogándose sin posibilidad de reacción.
Hay un tercer
aspecto. La persona que ha vivido una situación de ansiedad intensa, puede volver
con ayuda a bucear e incluso superar la situación. Cuando se ha producido un
ataque de pánico es muy difícil que la persona vuelva a bucear.
En cualquier caso
y en referencia al pánico, hay que
considerar que todo el mundo puede tener un ataque de pánico en determinadas
condiciones, al ser una respuesta prefijada en el ser humano y que es esencial
conocer nuestros propios límites, ya que cada persona tiene su puerta de
entrada al pánico. Conocer el lugar donde se encuentra esa puerta y no
traspasar el umbral que la rodea es esencial para prevenir accidentes o como
mínimo situaciones de riesgo.
ANSIEDAD SEGÚN ORIGEN Y RASGOS DE PERSONALIDAD
Teniendo en
cuenta el origen, la
ansiedad puede producirse ante la presencia de algo peligroso y
/ o desconocido real o fantaseado.
La persona en inmersión, especialmente al
principio, puede fantasear potenciales peligros que le sitúen en un estado de
ansiedad próximo al pánico. En este sentido las fantasías que se generan pueden
ser diversas, (ser devorado por un tiburón, quedarse sin aire y ahogarse, la
emergencia de múltiples peligros procedentes de las profundidades, etc.).
De todas formas
hay que tener en cuenta que, la ansiedad negativa y el pánico, pueden activarse
por situaciones de peligro real. De hecho, todos tenemos un límite, a partir
del cual entraríamos en ansiedad negativa y pánico. Desconocer o negar dicho
límite es lo que provoca un gran número de situaciones desagradables para la
persona que pueden acabar en accidentes de buceo. En ocasiones, el deseo de
progresar y bucear en situaciones complejas sin tener controlados los conceptos
más básicos nos pueden situar en una verdadera situación de riesgo.
La ansiedad
también puede producirse como activación de un rasgo de personalidad dominante
en la persona.
Lo cierto es que
cuando en submarinismo se habla de ansiedad, se habla de forma muy genérica,
sin tener en cuenta que dicho estado emocional, impacta en una estructura de
personalidad con determinados rasgos. Cuando la ansiedad es elevada, genera tensión, y en situaciones
de tensión,“la cuerda” se suele romper por el extremo más débil en términos de
rasgos de personalidad. Como consecuencia de esto debemos considerar que la
expresión de la ansiedad es distinta en cada persona según sus características diferenciales, por lo tanto el abordaje debería ser así
mismo diferenciado.
Sería difícil
exponer en un artículo todos los matices que pueden derivarse de la interacción
de los diferentes rasgos de personalidad, pero es importante tomar en
consideración que; todos tenemos mayor o
menor presencia de los rasgos que definiremos a continuación activándose estos, en determinadas situaciones, pero es común
que uno de ellos domine sobre el resto y defina en cierto modo las relaciones que la persona establece consigo
mismo , con los demás y y con las situaciones vitales a las que se enfrenta.
Simplificando,
podemos definir cuatro perfiles de personalidad, que definen a su vez diferentes
formas de expresión de la ansiedad observables en el submarinismo: el temeroso-fóbico, el perfil
pesimista-depresivo, el controlador-perfeccionista y por último, el perfil
protagonista-histriónico.
El perfil tipo
temeroso-fóbico. Quizá sea
el rasgo de personalidad que más se pone de manifiesto y el que más problemas
genera en el submarinismo. Por su propia idiosincrasia el submarinismo activa y
potencia determinados aspectos expresados en fobias y temores muy comunes. Cuando
se activa muy intensamente el rasgo temeroso-fóbico, el lógico respeto que
puede generar una situación nueva y desconocida, adquiere forma de temor con
las siguientes características: es un temor desajustado e irracional, como la
propia persona que lo sufre reconoce. La forma básica de defenderse del miedo
es la huída y/o evitación de la situación, en lugar de generar estrategias de
superación. Además el sujeto no puede controlarlo y si llega a hacerlo, es con
grandes dosis de esfuerzo y sufrimiento.
Los temores más
comunes que se proyectan en la situación
de inmersión son; la claustrofobia (temor a los espacios cerrados), la
agorafobia (miedo a los espacios abiertos) y la fobia a la oscuridad.
La claustrofobia
puede encontrar múltiples expresiones en el buceo: temor a meter la cabeza
debajo del agua, agobio excesivo con el equipo (sentirse encerrado en la máscara,
neopreno, capucha …),temor a no poder escapar, no tener el control de subir a
superficie a voluntad y temor a introducirse en espacios cerrados (cuevas,
pecios, etc.).
La agorafobia
puede expresarse en la sensación de verse en suspensión en el vacío, especialmente
si se pierde la referencia suelo - techo. Muchos submarinistas, especialmente
al principio se agobian en la bajada , en situaciones de baja visibilidad y
hasta que no toman contacto visual con
el fondo.
Y el caso de la
fobia a la oscuridad puede plantear problemas
en inmersiones nocturnas, cuevas, etc..
Ante un rasgo
temeroso-fóbico muy activo en un submarinista se pueden desarrollar tres casos:
Lo primero que puede ocurrir es
que, la persona, desbordada por la
ansiedad pueda verse superada por la situación, desarrollando conductas de
evitación. Esto puede ocasionar el cese
en la actividad, sin ni siquiera poder acabar el curso formativo.
También puede
ocurrir es que, la persona puede con gran esfuerzo (y sufrimiento) obtenga su
titulación, pero no pueda continuar buceando, negando la actividad de manera
inconsciente y desarrollando conductas como por ejemplo no ir a recoger la titulación (los centros de
buceo acumulan titulaciones no recogidas en mayor número de lo que se pueda pensar);
encontrando siempre una razón para no bucear (el frío, el calor, la familia,
etc.),Todos estos argumentos suelen ser muy razonables y en ocasiones obedecen a una realidad, pero cuando son muy repetitivos hacen pensar que en
el fondo esconden una resistencia emocional a acercarse a una actividad que
genera desazón).
Por último también puede haber evitación
consciente de la actividad al existir un
reconocimiento activo del displacer y la tensión que genera el buceo. En
ocasiones simplemente se reconoce el
malestar que les genera bucear, y no continúan a pesar de haber realizado ya
algunas inmersiones, pero la discontinuidad queda ligada a grandes dosis de
frustración, debido al reconocimiento de lo irracional de sus temores y al hecho
de que en ocasiones se produce cierta idealización de la situación u objeto que
genera dicho temor.
En un segunda situación puede ocurrir, que la persona desarrolle
comportamientos paradójicos (conductas contrafóbicas). Es una situación potencialmente generadora de
peligros, ya que la persona destaca por comportamientos aparentemente valerosos para
defenderse de sus miedos. Es el que en los cursos lleva la voz cantante (y
luego se desborda en los ejercicios). Otros cuentan historias terribles entorno
al submarinismo como forma de darse valor y proyectar sus miedos en los demás,
con la fantasía de que controlándolos en los otros se liberan de ellos. En
cierto modo recuerda a los niños mayores contando historias de brujas y
fantasmas a los niños más pequeños.
Estamos hablando de una persona cuyo abordaje
emocional del submarinismo se mueve en la dualidad ser valiente – tener
miedo y ello es francamente delicado. Dentro de este contexto se pueden desarrollar situaciones de riesgo
debido a que su arrojo puede llevar a engaño y generar un exceso de confianza
en la capacitación como submarinista, involucrándose e involucrando otros en
situaciones de inmersión de cierta dificultad y para la que no está preparado
ni técnica, ni emocionalmente
En general, en
los centros existe un conocimiento intuitivo de este tipo de submarinistas,
pero ante la gran afluencia de público en épocas estivales, puede pasar
desapercibido y derivar en situaciones de conflicto, al ser una persona que no
realiza una valoración realística del peligro pudiendo ponerse en riesgo (y
poner a otros) como ya hemos comentado . Ante determinadas situaciones
imprevistas puede desestructurarse su
defensa contrafobica aflorando los
miedos reprimidos y realizando una ataque de pánico.
El tercer caso
que se puede desarrollar ante un submarinista con un rasgo temeroso-fóbico muy
activo, es que la persona se adhiera a determinados elementos que le ofrezcan
contención y le permitan controlar sus miedos. Estamos hablando de
submarinistas que basan su defensa y control de la ansiedad en el vínculo que
establece con determinadas personas, centros, etc. Son buceadores que
con elevada formación y gran número de
inmersiones, son susceptibles a desarrollar ataques de ansiedad cuando bucean
lejos del elemento-objeto contrafóbico que les permite controlar sus miedos. Son
personas literalmente “enganchadas” a
centros – instructores – compañeros y con grandes dificultades de bucear
alejados de ellos
El perfil
tipo pesimista – depresivo .La persona con dicho rasgo
suele manifestar dos aspectos: Un tono emocional cargado de pesimismo
y culpa por no conseguir superar la
situación concreta ,en este caso un curso de submarinismo, y/o inmersión
determinada, y que se concreta a través de pensamientos como: “Yo soy
más torpe que los demás, me va a costar más”,
acompañado de un fuerte
sentimiento de impotencia (el “no podré” es un elemento muy característico del
rasgo depresivo). La persona se siente sin capacidad para hacer lo que hacen
los demás y se siente culpable de ello.
También es
característico que durante la inmersión
aparezcan pensamientos catastróficos
(muchas veces acompañados también de culpa): “Me ahogaré y que será de mis hijos”; “Me devorará un tiburón”. En
general, se desencadena un sentimiento
intenso de que algo malo puede llegar a pasar.
Las
somatizaciones diversas (digestivas, dolor de cabeza, etc.) , aunque pueden ser
manifestaciones clásicas de la ansiedad, son más frecuentes cuando ésta activo
el rasgo pesimista – depresivo.
Al igual que
ocurre con la personalidad temerosa – fóbica, en estos casos, lo que puede
llevar a una persona a bucear es el
reverso emocional del pesimismo a través de la activación de un estado emocional , que se produce como una
defensa contra el pesimismo y que lleva a sentimientos de exaltación, euforia
y/o energía excesiva.
Es importante
detectar estas situaciones, porque la persona en un contexto social determinado
que potencie dicho estado de exaltación , puede embarcarse en situaciones que
la superen, poniéndose en riesgo ella y las personas que lo acompañan.
El perfil controlador – perfeccionista. La persona con dicho perfil se
caracteriza por 3 aspectos muy marcados en su comportamiento: el control, la
obstinación y el orden.
La persona con
estos rasgos, en general controla la ansiedad haciendo las cosas de una forma
muy determinada y dándose la circunstancia, de que si no están hechas de esa
forma, ya no están bien hechas para él y se le genera una fuerte sensación de desazón.
Dentro del
submarinismo, esto se expresa a través de 2 comportamientos típicos: son
personas que pueden bucear contenidamente, si y sólo si se siguen unos
protocolos y parámetros de actuación muy estrictos. Estas personas a veces, encuentran
cobijo en grupos de buceo que siguen normas y estándares muy estrictos en el desarrollo de la actividad, al margen
del tipo de inmersión y su dificultad.
En inmersiones,
suelen ser los primeros en empezar a equiparse, y los últimos en entrar en el
agua, al seguir unos protocolos de comportamiento muy estrictos y sin olvidar ni el último
detalle. Manteniendo el control y orden de las cosas no suelen generar
manifestaciones de ansiedad, pero cuando éstas se producen por alguna situación
que desborda a la persona, pueden ser muy intensas y cargadas de agresividad.
En general la
persona controladora – perfeccionista suele ser un buen y dócil alumno
en los cursos , integrándose bien dentro
del grupo. La obstinación y orden con una obediencia casi sumisa al líder
(aunque siguiendo sus propios rituales),
ocasiona que sean personas fáciles de llevar. Pero la problemática
aparece cuando son ellos los que deben liderar un grupo o un curso, ya que necesitan
ver en los otros su perfeccionamiento y no observarlo le general ansiedad,
dificultad y /o agresividad porque activa sus caos interior.
En este sentido,
cabe reseñar que no son buenos líderes ni compañeros porque suelen ser
individualistas , no adaptándose al resto de submarinista salvo que sigan sus
propios rituales preestablecidos.
El perfil
protagonista – histriónico. Es
un tipo de persona que busca en general la
máxima facilidad a la hora de
desarrollar la actividad. Desean trato
especial, mayor permisividad que otros y para ello se muestran muy activos en la seducción.
Tratan de cobrar todo el máximo protagonismo en el curso o en el centro de
buceo desplegando todas sus armas de seducción
Para ellos, el submarinismo muchas veces
supone la fantasía de incorporarse a un grupo o situación idealizada, siendo
esta la causa final del acercamiento a la actividad. Esto puede ser más
importante que la propia actividad en si.
Dicho grupo
idealizado puede ser: el propio equipo del centro de submarinismo, generándose un deseo rápido de incorporarse, a lo que
ellos consideran en ese momento la
“elite”. O bien el grupo de amigos que ha transmitido una situación muy
atractiva del submarinismo y el contexto que se mueve alrededor. O incluso lo
que han leído u observado en medios de comunicación.
En referencia a
la ansiedad y conscientes de que dicho estado, es una cuestión que requiere la
atención del instructor – grupo, buscan protagonismo a través de
manifestaciones pseudoansiógenas. Pueden desarrollar dichos comportamientos
como forma de llamar la atención, e
incluso competir con otros submarinistas en estado de ansiedad. “Lo mío sí que es serio”. En general
suele percibirse un tono fingido en sus
accesos de ansiedad, fácilmente detectable por expertos en submarinismo. Difícilmente se ponen en riesgo real.
Accesos de
ansiedad en submarinistas expertos.
No es extraño que
submarinista expertos presenten en algunos momentos de su trayectoria ,ansiedad
en el buceo.
Es una situación
que genera extrañeza en la persona, ya que se produce ansiedad en situaciones de inmersión
claramente superadas. He observado que cuando no hay factor estructural de
personalidad, lo que puede estar ocurriendo, es la derivación – activación de
conflictos personales cotidianos ,en la situación de inmersión.
La persona puede
estar viviendo una situación de conflicto en su vida personal, laboral,
económica, familia. Dicha situación le provoca tensión, pero no en la medida
que es capaz de reconocer. De alguna manera hay represión - negación de su
vivencia emocional intensa.
En la situación
de inmersión se dan circunstancias tales, como una deprivación sensorial, minimización
de estímulos, toma de contacto con uno
mismo. Estas circunstancias pueden provocar que toda la ansiedad reprimida
emerja abruptamente.
La persona esta ansiosa por el impacto de la
situación que esta viviendo, pero sin toma de conciencia .
Pero como la ansiedad
le aparece en inmersión el puede creer, que dicha situación es el origen de su
malestar, sin darse cuenta de que en el fondo el origen del conflicto se sitúa
en su vida cotidiana.
Es importante
ayudar a clarificar la situación a la persona, para que pueda interiorizar la
causa real de la ansiedad y así evitar que
la vincule de forma estable a la situación de inmersión, entrando en un círculo
vicioso del que más tarde le costaría salir
Conclusiones
En referencia a
todo lo comentado en el artículo podemos concluir, que los aspectos emocionales
cobran gran relevancia en el submarinismo y en la actualidad no se le está
dando la importancia que requiere .El formar e informar sobre dicha
cuestión a formadores, alumnos, como a submarinistas en
general, es clave para incrementar la seguridad y el disfrute en el buceo. Este
artículo pretende poner de manifiesto la situación que existe entorno a todo
ello, abriendo un espacio de reflexión. Las soluciones son complejas y
requieren de un abordaje amplio, pero a modo de ejemplo podríamos pensar en lo siguiente; otorgar a la dimensión emocional del
submarinismo la importancia que
requiere, incorporando pruebas
psicológicas al igual que pruebas físicas que delimiten riesgos y problemas , dar
una visión mucho más amplia y profunda en los cursos del problema de la
ansiedad y cómo afrontarlos al enfrentarse a una situación nueva ayudando a cada submarinista a conocer su
propios límites según sus características.
También y de la
misma forma que hay médicos especializados en medicina subacuática, puede ser
interesante la formación de psicólogos
especialistas en submarinismo, que puedan atender y dar respuesta a los
problemas que existen en la actualidad.
Por ultimo
sugiero la posibilidad de incorporar el
estudio del caso en los centros y escuelas de submarinismo. Facilitar de
esta manera el enriquecimiento mutuo de los “insights experienciales” a través
de reuniones entre profesionales de diferentes centros y reuniones entre
integrantes del propio centro, dinamizadas
por personas expertas en psicología. Serían reuniones de supervisión de
casos, donde se aúne la experiencia profesional con el conocimiento técnico –
psicológico para con ello realizar un mejor abordaje de los problemas y
conseguir un aprendizaje por experiencia